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Dpto. de Biología y Geología
Severo Ochoa

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     Severo Ochoa

Severo Ochoa de Albornoz nació en Luarca (Asturias) el 24 de septiembre de 1905. Estudió el bachillerato en el Instituto de Málaga y Medicina en la facultad de Medicina de Madrid, en la que se doctoró en 1929 a los veinticuatro años de edad. Una vez licenciado, obtuvo una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar en el extranjero y lo hizo en Berlín y Heidelberg, dedicándose preferentemente a los problemas de Fisiología y Bioquímica Muscular con Otto Meyerhof.

Posteriormente obtuvo otra pensión para Londres, donde trabajó por primera vez en temas enzimáticos al lado de Harold W. Dudley.

En 1933 regresó a Madrid para trabajar como profesor en la Facultad de Medicina, pero dos años después el doctor Jiménez Díaz le propuso la Jefatura de la Sección de Fisiología del Instituto de Investigaciones Médicas.
Su ansia de conocimiento le impulsó a regresar a Heidelberg, con Meyerhof, luego al laboratorio de Biología Marina de Plymouth y, desde 1937 hasta 1940, en Oxford, en donde estudió sobre temas relacionados con la Bioquímica Cerebral y la función de la tiamina. En 1940 marchó a Estados Unidos, convirtiéndose en 1946 en Profesor de Farmacología de la Universidad de Nueva York, en donde permaneció hasta su jubilación.


Centró sus investigaciones en la fijación del fósforo en las células por medio de la utilización del fósforo radiactivo, que podía ser detectado en cualquier compuesto celular. Su objetivo era encontrar el mecanismo de utilización de energía liberada por la combustión de los alimentos en la célula, y sus investigaciones le llevaron a dar con la posibilidad biológica de la síntesis de ácidos nucleicos.
Estudiando la bacteria Azotobacter vinelandi observó que existía una enzima que catalizaba la síntesis de polinucleótidos. Posteriormente pudo demostrar que la enzima, a la que llamó polinucleótido fosforilasa, forma ácidos nucleicos semejantes a los ácidos ribonucleicos o RNA. Sucesivas purificaciones proporcionaron una enzima activa capaz de polimerizar componentes nucleótidos sencillos.

Los pasos siguientes se centraron en la obtención de una mejor síntesis de la enzima y tener el más exacto conocimiento de la acción del RNA natural o sintético. De todas sus investigaciones, Ochoa obtuvo algunos polinucleótidos iguales al ácido ribonucléico natural, con el mismo peso molecular y con las mismas funciones biológicas, y lo que es más importante, el ácido nucleico producido por el Azotobacter no se podía distinguir de aquel originado por la enzima al actuar sobre los difosfatos de nucleósidos naturales. El investigador asturiano consiguió de esta manera reproducir un ARN prácticamente idéntico al natural.

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